La segunda edición del Kalorama en Madrid aterrizó en la Caja Mágica menos de un año después. Un público cómplice respondió, sobre todo el sábado, a las propuestas que se sucedieron con puntualidad de reloj -el segundo día un amago de tormenta provocó un retraso- en los dos grandes escenarios. Pet Shop Boys dieron el concierto del festival en un ambiente festivo.
Hedonismo bailable, psicodelia, pop inteligente, clasicismo de autor, electrónica y post-punk indómito eran los reclamos de un evento con vocación de hacerse un hueco en el cargado calendario del verano. Un elenco heterogéneo apoyado en lo manejable del recinto y sonido poderoso.
No fue el festival más concurrido -la oferta musical en la ciudad es tremenda-, pero la segunda jornada dejó las mejores sensaciones gracias a unos Pet Shop Boys que hicieron brillar su catálogo de hits del pop electrónico más refinado. Esta vez la tormenta fue sólo musical.
Confeti y psicodelia
El viernes arrancó con un calor sofocante. La jornada dio comienzo con las propuestas juveniles de Bloodstein y una Irenegarry apoyada en su guitarra y con el respaldo de una batería. La Plata estuvieron vigorosos y precisos, demostrando que con su instrumentación deudora del post-punk original se han metido por derecho propio en la liga de las bandas jóvenes con más proyección.
Desde Toronto, Canadá, BADBADNOTGOOD derrocharon inventiva acid jazz y positividad ante un público entregado. El ambiente continuó caldeándose con la elegancia de la vocalista británica Jorja Smith, apoyada por su excelente banda. De grupo también puede presumir el norteamericano Father John Misty, cuyo clasicismo y sonido impecable alternó momentos de alto voltaje emocional con otros más blanditos -esos saxos…-, y hits de la casa como “I Love You, Honeybear”.
Tha Flaming Lips - Foto de Sergio Albert
Llegaba así uno de los momentos subrayados en rojo. A The Flaming Lips les costó poner en órbita su odisea psicodélica “Yoshimi Battles the Pink Robots” de 2002; el sonido no les ayudó al principio, pero además me pareció que este (excelente) disco de melancolía espacial y mil matices electrónicos es poco agradecido para un entorno festivalero.
En cualquier caso, la extravagante parafernalia del grupo -muñecos gigantes hinchables, confeti, marcianos bailarines- y el entusiasmo sin límites de Wayne Coyne compensaron la relativa frialdad con que se toparon. La banda acabó muy arriba con un final intenso y la propina de esa maravilla del pop de siempre titulada “Race for the Prize”, que se me hizo guiño eterno al genio de Brian Wilson.
El pop sofisticado y bailable dominaría el final de la jornada. Los parisinos L´ Impératrice iban a demostrar lo bien que funciona en un entorno así su house-pop bailable y elegante, deudor de Daft Punk y compañía. Alizzz y sus canciones redondas haría lo propio para los pocos valientes que se quedaron hasta el final.
La tormenta que no fue
El sábado arrancaría con idéntico calor, la rapera Laura Sam, el indie tierno y canónico de El Buen Hijo y el desparrame electro-pop de PUTOCHINOMARICÓN, que salió acompañado por sus bailarines y no escatimó humor sarcástico ni comentarios políticos.
La tensión post-punk de los neoyorquinos Model/Actriz brilló en el escenario opuesto, con una banda derrochando minimalismo visceral y un vocalista Cole Haden que se pintó los labios nada más salir para darse unas cuantas carreras entre el público.
María Arnal y su personal propuesta híbrida de modernidad y raíces, con coreografías, convenció a un público tan nutrido como cómplice.
El dúo sureño Boy Harsher también reunió a numerosos acólitos con un repertorio eficaz entre la dark-wave hipnótica y el synth pop ochentero -estupenda versión adaptada del hit “Wicked Game” de Chris Isaak-. Mientras tanto, los nubarrones y las ráfagas de viento empezaron a traer recuerdos funestos a los que sufrieron la tormenta del año pasado.
Scissor Sisters - Foto de Sergio Albert
Por suerte, los elementos no acabaron de descargar su furia, aunque el viento iba a retrasar cuarenta minutos la salida de Pet Shop Boys. La incertidumbre se manejó con agilidad, con las pantallas del escenario informando a los asistentes.
Y qué decir de los británicos: con un repertorio como el que manejan, es improbable fallar. Combinaron escenografía minimalista y formato íntimo -Neil Tennant y Chris Lowe flanqueados por dos farolas- con los tres músicos que les acompañaron en su visita a Madrid de hace tres veranos y un apoyo visual más ambicioso para determinadas canciones.
El cantante le puso la pasión necesaria a su interpretación y junto a su socio repasaron cuarenta años de hits para la eternidad, con joyas del lustre de “Suburbia”, “Rent”, “Heart”, “So Hard” y tantas otras. Se despidieron por todo lo alto con “Being Boring”. Unos clásicos.
La noche se había quedado ideal de temperatura, y el ambiente festivo era perfecto para que la norteamericana Azealia Banks, acompañada por su DJ, mostrara versatilidad y virtuosismo vocales. Scissor Sisters pondrían el fin de fiesta en el otro escenario para un Kalorama en el que primó este espíritu. La mejor actitud para encarar el verano.
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