Fin de gira y celebración

La gira de “cerodenero” llegó a su fin este sábado; una gira que ha cosechado grandes éxitos y ha supuesto un paso adelante cualitativo y conceptual, con atractivas coreografías, sonidos electrónicos en algunos temas y una sensación general de positividad y celebración por todo lo alto. Tocar en este recinto supone un nuevo paso adelante para Izaro, quien ya está componiendo nuevas canciones para un futuro nuevo disco en estudio. Aun así, se anuncia un largo parón, con la única excepción de la pequeña gira que le ha salido en latinoamérica.

Eran las ocho en punto cuando salió Olaia Inziarte a ofrecer un show especialmente recomendable, profesional y, en varios momentos, bastante íntimo, algo a lo que contribuyó la escasa iluminación y la ausencia de pantallas con las que poder apreciar el concierto en todos sus detalles. Olaia dió un buen repaso a su último disco “Zerrautsa”, con nada menos que nueve temas, por solo una del primero. No se llenó el BEC, aunque la entrada fue más que respetable, incluso con los teloneros. Así, la pista se iría llenando progresivamente hasta alcanzar su máximo punto poco antes de empezar Izaro.

La potente batería de “Ibili hadi argi” se impuso desde el principio, aunque el sonido estuviera un poco enmarañado en favor de la sección rítmica, que sobresalía por encima de guitarras, teclados y voz. Fueron cuarenta minutos bien aprovechados con diez temas en total que fueron creciendo a medida que avanzaba el concierto. Ello no le impidió a la artista de Oronoz (Nafarroa) comunicarse con el público, algo en lo que se desenvolvió con soltura, pero incluso las presentaciones de los músicos fueron breves y concisos. “Ravean xuabe” subió la intensidad y cosechó al final la primera ovación de la noche. En “Kontatuko banizu” Olaia hizo gala de una voz prominente y expansiva en el estribillo, con una serie de explosiones -ampiables a todo el show- siempre medidas y al servicio de las canciones. En “Zenbat okupatzen du” llegó la mención a Natxo de Felipe (Oskorri), quien ha grabado voces en la canción que se incluye en el disco “Zerrautsak”.

Llegó después la única canción que tocaron del disco “Lehengo lepotikan burua” (2022), la prominente “Gereziak”, donde el público acompañó con palmas y supuso la primera cumbre de la noche. Gran acierto. Olaia alternó el teclado con la guitarra durante todo el concierto. Con el teclado interpretó, por ejemplo, “Never be like her”, con un bajo penetrante y una sensación general de victoria que ya no tuvo reverso hasta el final del concierto. La batería se impuso en “Haserre hauek” y el contraste vino con una inicialmente pausada “Naturala”, otra exquisitez del último disco que gana cadencia al final en una explosión de coros típica de la casa.

Olaia se sentó al borde del escenario para cantar “Tilin-Talan”, para muchos uno de sus mejores temas. Es en este tipo de temas donde se puede apreciar su ambivalencia: sirven para un teatro o sala pequeña o para grandes recintos como este. La ovación cerrada del público demostró la potencialidad de la canción y la significancia que estaba tomando el concierto. Para el final dejaron “Eman abisua”, donde la exhibición de Olaia fue ya manifiesta, con un poderío y una fuerza que impresionaban. Diez temas, en definitiva, que fueron subiendo en intensidad y definición y terminaron en el punto más álgido, como debe ser. Fue nuestra primera vez con Olaia y a buen seguro que repetiremos, sea en el formato que sea.

Y llegó el momento: el plato fuerte: Izaro y su banda despedían el tour “cerodenero” en un recinto del calibre del BEC, un logro en sí mismo y objeto de orgullo para sus fans. Este el final de este tour, e Izaro se va a tomar un buen descanso, aunque como hemos señalado más arriba, tenga pendiente un mini-tour por latinoamérica. El concierto tuvo dos intros: uno, el de “Xorieri”, exhibido en pantalla, y el segundo, ídem, con “Zero”, la misma intro que abre el disco, al cual le dió un buen repaso esta noche, aunque tempoco podemos olvidar los seis temas que ha grabado en los últimos meses, algunos con otros artistas.

Comienza la fiesta con “Iparraldera”, explosiva aunque con toques minimalistas y por supuesto “Edzddh” donde ya caminó por la pasarela y tocó el piano al principio, para después cantar acompañada de Janus Lester en un dueto de lo más inspirador. Grande Janus a las voces. “Delirios” supuso otra explosión reseñable, con ese final tan antológico al cual Izaro sabe sacarle el máximo partido. Ianire Aranzabe, de Esanezin, acompañó a Izaro en “Er(h)ori”, de nuevo algo minimalista en algunos momentos. Alargaron el final con un grado de complicidad que aupó aún más la preciosa composición. Las coreografías empezaron con “X eta besteak”, esta vez con seis bailarines/as, con el “urban style” tan de boga en estos tiempos, aunque realmente aportan muchísimo a los temas, llevándolos a un nivel incluso superior. Había una cámara grabando todo desde el mismo escenario, siguiendo a Izaro, a los invitados, a los bailarines por las tablas y por la larga pasarela que llevaba a los artistas al centro de la pista.

Los trallazos electrónicos continuaron con “Campamento base”, esta vez con solo dos bailarinas. En “Libre” la invitada fue Olatz Salvador, en un dúo de voces de lo más sugerente. Mientras, en la pantalla y detrás de Izaro y Olatz, notábamos la eléctrica presencia de la teclista Garazi Esnaola, especialmente motivada durante todo el show. “Ixildu mese”, de poco más de un minuto, nos ofreció de nuevo a una Izaro exhuberante, hambrienta de cámara (que, lejos de incomodarla, la hace aún más poderosa), y ya subidos en esa ola, el “Xorieri” de Mixel Labeguerie que grabó hace poco tiempo con los txalapartaris Oreka TX y Baiuca. No faltó ninguna de ellos esta noche. Y siguiendo con grabaciones recientes, interpretó a capella “Noizbait iritsiko dira”, subida en lo más alto de la plataforma del escenario.

A sus 31 años, Izaro es una artista con criterio propio y discurso cada vez más definido, como cuando se hizo eco de la publicación de imágenes íntimas en internet, del machismo, de la situación del euskera o del sufrimiento del pueblo palestino. Tocaba bajar revoluciones con dos temas en acústico: “Ordubik eta laurden” y la preciosa “Limoiondo”. Impresionó ver la respuesta del público en ambas. Miki Núñez hizo su aparición en “Escriureum” tema que grabó con Izaro y que tuvo mucho éxito esta noche. Tras las referencias al genocidio palestino por parte del estado sionista Israel, cantó “Errefuxiatuarena” con la bandera palestina atada al cuello y con la colaboración de Pello Reparaz de Zetak, esgrimiendo una compenetración y complicidad envidiables. Volvieron las coreografías en una nueva explosión con “Las llaves de tu casa”, y después de “Aquí” llegó la colaboración de Valeria Castro en “Amiguita como tú”, quizás no tan intensa como otras, pero igualmente disfrutable.

“Mi canción para Elisa” fue un éxito en todos los sentidos, con el público botando al ritmo de la canción y una gran ovación al final. Olaia Inziarte, después de actuar con su grupo, también hizo su aparición en el concierto de Izaro en “Saldu genizun”, en un magnífico ejercicio de emotividad y profesionalidad. En la recta final, Izaro pidió al público que pusieran sus móviles en modo linterna para reforzar la ya de por sí popular “Paris”. “Todas las horas que quedan” cerró el show con maestría, con una coral acompañando y potenciando la fuerza de la canción. Impresionante. Casi dos horas de concierto para veintidós temas bien elegidos, con un espectáculo especialmente vibrante, para todos los públicos y todos los gustos. La mezcla de estilos es ya una característica intrínseca a la artista de Mallabia. La presentación es efectiva y el carisma de Izaro, totalmente metida en el show, queda fuera de toda duda. Es verdad que quizás hubo demasiados invitados y muchas pausas que desaceleraban el empuje de los temas, aunque sea cierto que los últimos temas fueron bastante seguidos, lo cual multiplicó su efecto. Ahora bien, hay que tenerlos bien puestos para cantar y a la vez bailar de esa manera.