¿Quién no ha soñado de adolescente con vivir una fiesta a lo American Pie? Vale, quizás es una imagen muy específica, pero a juzgar por cómo se desgañita toda la sala cantando “In The End” de Linkin Park en los minutos previos, podemos asegurar que la quinta que creció a base de comedias adolescentes y MTV2 estaba anoche en Razzmatazz. Y si A Day To Remember hubiesen nacido cinco años antes, no hay duda de que también habrían sonado en esas películas, compartiendo banda sonora con bandas como Sum 41 o Blink-182.
Al igual que ellos, ADTR supieron buscar el lado más dulzón del sonido más contundente, y acabaron siendo estandartes del easycore: ese punto de encuentro entre el pop punk melódico y el hardcore con breakdowns de manual. A lo largo de su carrera han experimentado con la fórmula, pero sin perder nunca su seña de identidad.
Pero antes de comprobar si el directo de ADTR sigue tan fresco como en su última visita hace dos años, cuando acompañaron a Bring Me The Horizon, Boston Manor fueron los encargados de abrir la noche. Primer concierto en Cataluña, y el primero en España desde hace cinco años. Dicen que el Brexit les ha puesto todo más difícil como banda, una situación que comparten muchos artistas británicos. “Sentimos que hayáis tenido que esperar tanto”, dijeron justo antes de tocar uno de sus temas más míticos, “Halo”. Lo suyo se mueve entre el punk y el emo más serio, con guitarras pesadas y el punto justo de emoción. Con el papel nada fácil de abrir, agradecen a ADTR que les llevasen de gira en 2019 por EE.UU., hablando de ellos como una de las bandas que les empujaron a subirse a un escenario. Lo bonito de todo: que no suena a frase de compromiso, suena real.
Boston Manor
Cañones de humo y confetti a punto, que empieza la verbena. En cuanto suena “The Downfall Of Us All”, toda la sala estalla con ese ya mítico “da-da-da-da-da-da-da-da!”, y ADTR se siente como en casa. Jeremy McKinnon se ríe y dice que es la primera vez que escucha coreados todos los da-da-das de la canción, y no podemos evitar entonar el clásico “eso se lo dices a todos”. Pero puede que esta vez sea verdad, porque si hay una certeza cualquier concierto, es que en lololós, al público local no le gana nadie. Y menos cuando lo que suena es Homesick, un disco que marcó a toda una generación y que, en directo, sigue sonando tan fresco como cuando nos explotó en los cascos hace ya quince años.
La banda, eso sí, suena más contundente que en otras giras. Más heavys. Y no porque hayan perdido su parte más melódica, sino porque han aprendido a equilibrarla con una ejecución en directo afiladisima. El sonido es compacto, el setlist está bien equilibrado entre clásicos y temas recientes, y la conexión con el público es constante. Desde las primeras filas hasta el piso superior, ADTR no dejan de interpelar a todo el mundo. Es casi imposible no entrar en su juego.
Uno de los momentos más curiosos llega con “Rescue Me”, el tema que hicieron junto a Marshmello. Jeremy McKinnon pregunta si a alguien le gusta Marshmello, sin una respuesta clara y justo después tiran enormes pelotas de playa por el aire. Es un guiño a esa época en la que tantearon sonidos más electrónicos, que no terminan de definir del todo a la banda, pero que defienden con soltura. Y, sobre todo, que ayudan a mantener la energía arriba.
“No sé si esto lo digo en todos los sitios, pero sois la mejor audiencia de toda la gira”, dice Jeremy. ¿Otra frase de manual, no? Da igual. Nos lo creemos. Porque el ambiente es de comunión absoluta. Porque hay confeti de colores, cañones de humo y un Super Mario aparece en escena con un cañón de camisetas antes de que suene “You’ll Be Tails, I’ll Be Sonic” y todo cobra un sentido inesperado. Porque esta noche se permite jugar con el imaginario festivo hollywoodiense más grandilocuente.
ADTR también aprovechan para presentar a Bobby Lynge, el bajista que acompaña a la banda en esta última gira. Se marcan una broma lanzando unos acordes de Pantera (“Are You Talking To Me?”), para después decir, con una sonrisa, que esa no es su canción. A modo de ritual o inocentada, lo que arranca de verdad es “Since U Been Gone”, su ya clásico cover del tema de Kelly Clarkson que nos recuerda a otras tantas versiones pop goes punk que todo grupo que se precie de la época tiene en su set.
Cuando llega el tramo final, se nota que la banda aún tiene sus petardazos guardados. “If It Means A Lot To You” pone a todo el mundo a cantar con el alma en la garganta. Más confeti, luces, móviles al aire. Y justo antes, Jeremy lanza la última: “¿Queréis que sea sincero o que mienta?”. Todos elegimos la verdad, y él responde: “Podría deciros que quedan dos canciones, pero os mentiría. Vamos a tocar cinco seguidas. Esto no se acaba aún”.
Y así, entre confeti, cañones de humo, breakdowns y abrazos sudados, se va apagando una noche que nos dejó más secos que una clase de spinning, pero más contentos que cuando alguien te ponía “All Signs Point To Lauderdale” en un altavoz de piscina. Porque A Day To Remember no son solo una banda: son una época. Y nosotros, por suerte, seguimos aquí para celebrarla.
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