Más de un lustro después de haber firmado con “Ne Zha” (19) su carta de presentación en el imaginario audiovisual, la sobrevenida franquicia de animación china regresa con una segunda entrega que ha requerido de una paciente gestación para ofrecernos una propuesta a la altura de la primera parte. A la contra le jugó que, entre medias de ambas, surgiera una suerte de escisión ajena a la saga madre, en la que a partir de un también excelente uso del 3-D animado, se puso sobre la mesa una vuelta de tuerca más adulta al planteamiento narrativo de Jiaozi (nos referimos a “Nezha: El renacer de un dios”, estrenada en 2021 y que opera de forma totalmente paralela al texto del mencionado).
Por su parte, “Ne Zha 2” recoge el testigo de aquel exitoso experimento en el que el género wuxia, la acción inagotable y la fantasía milenaria parecieron entenderse tan bien en su momento. Tal vez por ello todo lo que encontramos ahora en el libreto de su respectiva secuela nos resulte tan continuista y familiar: desde la propia trama, construida a partir del epílogo de su título antecesor, hasta la naturaleza de sus personajes, tan excesivos como lineales.
En virtud de ese carácter conservador, donde todo continúa en el mismo lugar en el que las cosas se quedaron cinco años atrás, obtendremos un despliegue de recursos artísticamente virtuosos que harán que el ajetreo y la velocidad no se hagan de esperar. Desde el minuto uno quedaremos absortos ante el soberbio despliegue visual de colores y matices que llenan la pantalla de esquina a esquina, siendo este el principal aliciente para sobrevivir a sus más de dos horas de metraje. Dragones, demonios, guerreros, palacios, paisajes, batallas, halos lumínicos, transiciones fluidas y expresiones faciales hiperrealistas elevan el film a una categoría de perfeccionismo gráfico capaz de doblar la apuesta de cualquier producción hollywoodiense actual.
Eso sí, más allá de poder sacar pecho con un tapiz sobrecargado de espectacularidad, la cinta no tardará en mostrar unas costuras cada vez más insalvables. El principal de sus fallos, y quizás más irremontable, es ese tono extremadamente infantil que busca ganarse la risotada fácil del público con chanzas de caca-culo-pedo-pis, tan fallidas como fuera de tono. Un protagonista central, cuyo registro oscila entre el desenfado propio del shōnen más épico y el descaro escatológico de un Chicho Terremoto mitológico, nos demuestra tener el carisma justo para ganarse nuestras atenciones y pondrá constantemente a prueba la paciencia de todos por vía del uso y el abuso cómico.
Al servicio de la fórmula se pondrán, como si de intentos a la desesperada por retener también el interés del espectador adulto se tratase, contadas secuencias introspectivas entre los personajes, salpimentadas de dramatismo familiar, conspiraciones políticas y conflictos de identidad. Sin embargo, y con independencia de esos tenues conatos por complacer a la audiencia más perspicaz, nos encontramos ante una cinta meramente distractiva, desprovista de mayores ambiciones que erigirse como mero paliativo para el tedio familiar durante una ociosa tarde de verano.
Bajo esta prerrogativa y conscientes de ese juego de arquetipos y lugares comunes esperados en cualquier ficción de esta índole, podemos decir que “Ne Zha 2” cumplirá su delectable cometido. Desde una mirada más exigente, en cambio, no podremos evitar tener presente la idea de que su guion, cojo y predecible, no le hace honores a la capacidad técnica de la propuesta y que sus responsables bien podrían haber prodigado mayores esfuerzos en aras de reforzar la marca también en ese aspecto. Pese a sus desmesurados records de recaudación global, replicar aquí su pingüe éxito no le resultará tarea fácil a la saga china.
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